El insecto de la imagen estaba doblemente condenado. O era
devorado por la araña o moría sepultado por la resina de una conífera.
Ocurrió lo segundo, y la imagen del ataque ha quedado en una
especie de fotografía prehistórica, en una imagen que se considera única en su
género.
El ámbar, recogido en el valle de Hukawng (Birmania), puede
verse incluso la tela de araña en la que había caído el insecto. Hasta parece
que se adivina que la víctima es una avispa macho, porque la conservación del
animal mantiene un modelo del abdomen rayado.
Además, en la misma pieza de ámbar, aunque no está en la
imagen, se encuentra otro ejemplar de araña. Ello es una de las primeras
pruebas de un comportamiento social entre los artrópodos.
Hemos podido observar que gracias a estos maravillosos
objetos podemos darnos cuenta de como la supervivencia animal sigue siendo
igual a la actual, ¿qué opináis de este ataque, debería la araña comerse a la
abeja o que la abeja se hubiese escapado?
Fernando Domínguez, Isaac Muñoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario