Tras el trágico accidente ocurrido en el tren que iba desde Ourense a Santiago de Compostela, se han desvelado dos puntos a tener en cuenta. El maquinista doblaba la velocidad permitida en la curva del accidente, que son 80 kilómetros por hora, yendo éste a 192 kilómetros justo antes del accidente.
Además, realizó una llamada al revisor del tren hasta pocos segundos antes del accidente.
El tren salió a las tres de la tarde desde la estación de Chamartín con Javier Illanes Álvarez como maquinista, a eso de las ocho de la tarde hace su parada en Ourense, donde cambia de conductor y toma su puesto Francisco José Garzón Amo. De Ourense sale el tren a 100 kilómetros por hora, para luego subir a 200, cosa que no perturba el sistema de seguridad (ASFA), ya que únicamente se activa sobrepasados los 200 kilómetros por hora.
Cuando Garzón pasa por el túnel de Marrozos, se estampa contra la curva en que ocurrió el accidente. Según él mismo declaró, estaba distraído atendiendo una llamada realizada por el revisor, Antonio Martín Marugán.
Desde el 28 de julio, y tras ser dado de alta en el hospital, es detenido por un presunto homicidio por imprudencia.
Mi opinión, compañeros, es simple, ¿merece la pena arruinar la vida de tantas familias por atender una llamada de teléfono?, si el conductor hubiese estado atento, habría comenzado a frenar tres kilómetros antes de la curva, y no lo hizo.
Compañeros, entiendo que el maquinista lleve el remordimiento de 79 muertes, pero ¿hay que llamarle asesino?, yo no soy radical en esto y mi respuesta es que no, todos cometemos errores como humanos que somos, y una equivocación puede cometerla cualquiera, sí, sé que son muchas muertes y que es un error grave, pero, ¿no tiene suficiente con saber que su error ha causado tanto dolor?.
Inmaculada López Pérez